Traducción al español del artículo de The Guardian escrito por Dr Zania Stamataki y traducido por Dr Jessica Ocampos (permiso del autor 10 abril 2020). Los esfuerzos sin precedentes y la destinación de recursos significan que estamos aprendiendo rápidamente sobre cómo el cuerpo humano se defiende de esta nueva amenaza. Dr Zania Stamataki es inmunóloga viral. La experiencia nos ha enseñado que las vacunas son capaces de erradicar infecciones de este planeta. Como hija de un oficial de la fuerza aérea y de una enfermera, soy una aficionada a los sistemas de defensas. Y no hay ninguno más impresionante que el sistema inmune humano, equipado con un rico arsenal para defendernos contra diferentes tipos de patógenos. Los virus han evolucionado para engañar, desviar y evitar estas defensas. Por su lado, nuestro sistema inmune ha aprendido a reconocer y disuadir estas tácticas sigilosas de los virus. En el caso de la enfermedad COVID-19, el enemigo es un minúsculo pedacito de material genético vistiendo una capa de lípidos y una corona de proteínas. Entonces, ¿cómo es que nuestro sistema inmune es capaz de defenderse contra las infecciones virales? y, luego ¿cómo esto aplica al COVID-19? El virus que causa el COVID-19 es llamado Coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2) y fue detectado por primera vez en humanos hace aproximadamente cinco meses atrás. Este es un coronavirus. El virus está adornado por una capa de proteínas cubiertas por puntas, como una corona. Estas puntas ayudan a que el virus se adhiera a las células objetivos de nuestro cuerpo. La comunidad científica esta rápidamente aprendiendo sobre la inmunidad a COVID-19, y nosotros también estamos aplicando nuestro conocimiento de otros virus respiratorios similares para predecir qué esperar en esta infección.
Importante es destacar que el COVID-19 no puede ingresar por sí solo a nuestros hogares o cuerpos; tenemos que dejarlo entrar. Piensen en un virus como un robot, este no puede reproducirse, así que necesita de una fábrica de materiales (proteínas, lípidos y nucleótidos) para hacer copias de sí mismo. La capa permite al virus adherirse a la membrana celular de las células objetivos (nuestras células). El virus entonces se funde con la célula y libera una lista de compras o manual de instrucciones de cómo construir y ensamblar nuevos virus. Esta lista, el genoma del virus, es escrito en nucleótidos (RNA o ARN en español: ácido ribonucleico). El primer trabajo del virus que entra en nuestros cuerpos es invadir las células objetivo, así el virus puede quitarse cómodamente su capa y desplegar su ARN. Una vez dentro, el virus se apodera de la célula y toma prestada su maquinaria celular para construir más virus antes de que las células inmunes de nuestro organismo detecten al intruso y den la alarma. Las proteínas de anticuerpo que pueden adherirse a las proteínas de las puntas de la corona del virus, y que evitan que el virus se una a las células objetivo, son llamadas anticuerpos neutralizantes: la generación de estos anticuerpos es el objetivo de la vacunación. Nuestras células infectadas hacen el último sacrificio y llaman a su propia destrucción al mostrar señalas de socorro a las células T, las cuales las detectan y matan rápidamente. Las células T son citotóxicas, potentes asesinos en serie que pueden reconocer fragmentos de péptidos del virus desplegados sobre la superficie de la célula infectada. Cuando lo hacen, liberan un cargamento de enzimas tóxicas que matan a la célula infectada en un "beso de la muerte". Este martirio estratégico es organizado por el sistema inmunitario para privar al virus de sus fábricas de replicación y para que pueda conducir a la reducción de la carga viral en el paciente. Toma varios días en que las células T antivirales se expandan y se generen anticuerpos. Aquí, sin embargo, el lado positivo: las células de memoria aseguran que, si nos volvemos a encontrar con el mismo virus, podemos reaccionar inmediatamente con defensas preexistentes. SARS-CoV-2 es nuevo para la humanidad, por lo que no tenemos memoria inmunológica protectora. Las vacunas preparadas con partes inofensivas del virus pueden ayudarnos a construir memoria protectora. La superpotencia enemiga del virus se está extendiendo. El virus logra esto mediante su descarga o propagación desde los pacientes infectados. SARS-CoV-2 es experto en saltar de persona a persona, y en algunas personas, logra una existencia sigilosa con síntomas leves o, de hecho, sin síntomas. Una vez que se hacen muchas copias del virus, este necesita saltar a otra persona (host). El virus viaja en las gotas que son producto de la tos o estornudo, alcanzando distancias de hasta dos metros. Las gotas pueden sobrevivir en las superficies durante varias horas, lo que permite que una nueva persona las recoja, o pueden inhalarse directamente si hay otra persona cerca. Estudios están surgiendo en otros animales (hosts): hasta ahora, el virus se ha detectado en algunos hurones, gatos, tigres y perros. Aún no se han reportado muertes de animales, y no sabemos si los animales pueden transmitir a los humanos. La diferencia de edad en las muertes por COVID-19 sugiere, con algunas excepciones, que un sistema inmunitario saludable generalmente puede controlar la infección. Mientras tanto, un sistema inmune envejecido o debilitado puede tener dificultades para desplegar un arsenal protector. Es importante destacar que SARS-CoV-2 no puede ingresar por sí solo a nuestros hogares o cuerpos; tenemos que dejarlo entrar. Es por eso que, el consejo oficial se ha centrado en limpiar nuestras manos y evitar tocar nuestras caras. Sabemos que un sistema inmune saludable generalmente puede eliminar la infección en un par de semanas. Sin embargo, no entendemos los componentes de nuestro arsenal inmune que contribuyen a esta hazaña: algunas vacunas funcionan creando potentes anticuerpos neutralizantes; otras vacunas generan potentes células T de memoria. Los anticuerpos antivirales aparecen como a partir de tres o cuatro días después de la detección del virus, pero ¿son protectores contra futuras reinfecciones? Creemos que los anticuerpos contra otros coronavirus (como el SARS o el MERS) duran de uno a tres años. Como se trata de un virus nuevo, todavía no sabemos la respuesta a esta pregunta. El Public Health England está reclutando 16.000 a 20.000 voluntarios para monitorear anticuerpos una vez al mes durante seis a 12 meses para confirmar si podemos generar respuestas de anticuerpos duraderas al SARS-CoV-2. Determinar la calidad de estos anticuerpos será importante para comprender la protección a largo plazo. ¿Cuál es nuestra arma inmune más potente contra Covid-19? Las células T citotóxicas pueden desempeñar un papel importante. Los inmunólogos y los virólogos están trabajando juntos para descubrir las correlaciones de la protección, para diseñar vacunas que ofrezcan defensas a largo plazo contra el COVID-19. Años de inversión en investigación científica significa que podemos utilizar los enfoques existentes para responder a esta nueva amenaza, y la movilización temprana de fondos de investigación, filántropos y académicos, está destinando recursos para reforzar estos esfuerzos en una escala sin precedentes. La experiencia nos ha enseñado que las vacunas pueden erradicar las infecciones de este planeta (por ejemplo, la viruela), y los medicamentos contra los virus que no incorporan su material genético al nuestro (por ejemplo, la hepatitis C) también pueden lograrlo. Nuestra arma secreta es la investigación científica. Los científicos están trabajando arduamente para comprender COVID-19, y la colaboración es clave para este esfuerzo. Pero hasta que una vacuna o tratamiento esté disponible, debemos trabajar duro para protegernos a nosotros mismos y a nuestras familias: aislar y prevenir la transmisión mediante el uso de distanciamiento físico, mascarillas e higiene. Si todos hacemos nuestra parte, este pequeño virus que mantiene al mundo en rescate no tendrá ninguna posibilidad. Dr Zania Stamataki es profesora e investigadora en inmunología viral en la Universidad de Birmingham.
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AuthorI am Jessica Ocampos, PhD in Chemical Engineering of the University of Cambridge and co-founder and CEO of Camnexus. I am Chilean but living in Europe since 2008. My passion for science and technology moved me work in several industries as leading engineer and then to Cambridge, where I did a PhD in Chemical Engineering of the University of Cambridge and then started my startup. Archives
November 2021
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